Aquí van tres noticias juntas de lo que puede ser una de las grandes semanas de la astronomía en los últimos meses. La sonda Rosetta hace mapas del agua del cometa 67P donde está Philae, la Cassini fotografía Dione, la luna deforme, y descubren que en Venus hay actividad volcánica de primer nivel.

Hemos decidido agrupar los grandes hits de los últimos días para que la astronomía tenga su lugar ideal en nuestro tiempo, a fin de cuentas es la punta de lanza de la ciencia humana en su relación con el Universo junto con la Física. Pero es que las semanas previas a la llegada de New Horizons a Plutón (14 de julio, otro de esos grandes momentos científicos) están demostrando que las agencias espaciales recolectan los beneficios de la inversión que se hizo en su día. De momento la sonda Cassini que orbita el sistema lunar de Saturno, y el propio planeta, no para de enviar información, en este caso de la luna Dione, un cuerpo deformado y torturado por la gravedad y los impactos estelares. Rosetta sigue alrededor del cometa 67P en su rumbo al Sol, y con Philae despierta otra vez ya hace incluso mapas de agua del cometa. Y finalmente Venus, relativamente olvidado, pero que ha demostrado lo poco que sabemos todavía de él: tiene actividad volcánica. Y de las grandes. Empezamos.

Rosetta y el agua del cometa 67P

La nave espacial Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha generado el primer mapa del agua presente en el cometa 67P donde está posado el módulo Philae. Sus instrumentos de observación, como el receptor-emisor de microondas MIRO ha podido elaborar una cartografía de los depósitos de agua en el cometa, tanto la que lo rodea como la que puede albergar. Hay que recordar que un cometa es un cuerpo celeste con dos propiedades concretas: retiene agua y otro tipo de líquidos en estado sólido que al acercarse al Sol se derriten y evaporan generando una larga cola que es lo que se ve desde un observatorio. La segunda es que en su interior suelen encerrar todavía más líquidos que alrededor. Hace poco Rosetta demostró que varios fragmentos de roca orbitan el cometa, atrapados por la gravedad del 67P, que tiene el tamaño del centro de Los Ángeles.

El primer “vistazo” (radiografía mejor dicho) de Rosetta fue en septiembre pasado, cuando estuvo apenas a 60 km de distancia. Entonces analizó el núcleo por primera vez y demostró que contenía grandes cantidades de agua y que era expulsada en más cantidad por la cara diurna (allí donde más da la luz solar) que por la alterna. Lo cual es bastante lógico. Fue la confirmación de que los cometas contienen gran cantidad de reservas de agua, un dato a tener en cuenta y que demuestra que en el Universo no es un compuesto raro, sino mucho más habitual de lo que pensamos. A medida que se acerque más al Sol habrá nuevos mapas de agua que permitirán conocer mejor el comportamiento respecto al cometa, clave para entender cómo funcionan estos cuerpos celestes.

Cassini fotografía la torturada Dione

Dione es una luna de Saturno, pequeña y lacerada durante millones de años, que incluso tiene la superficie fracturada (foto de portada). El pasado 16 de junio Cassini (NASA) pasó junto a esta luna a una distancia astronómica que podemos definir como “cercana” (516 km). Pero a mediados de agosto se acercará todavía más, a unos 470 km, lo que le permitirá tomar mejores imágenes todavía. Dione es importante por una razón concreta: tiene agua. Congelada. Pero agua, en grandes cantidades además. Descubierta por Giovanni Cassini en 1684 (que da nombre a su vez a la nave), es la segunda luna más densa después de Titán (comprimida por la gravedad saturnal) y se estima que en su interior alberga silicatos y otros componentes pesados. Es la luna gemela de Rea, y desde el principio destacó por su superficie, llena de cicatrices (en uno de los hemisferios) y de cráteres de impacto (en el otro hemisferio). Esas líneas, además, brillaban, lo que determinó que en realidad son fisuras profundas, acantilados de hielo que al recibir la luz solar refulgen.

Venus: volcanes activos y un lugar infernal

Si hay un infierno en el Sistema Solar, ése es Venus. Quitando lo que debe ser penetrar la atmósfera de Júpiter, donde los ácidos, sulfuros y la presión gigantesca trituran cualquier cosa, o zambullirse en la corona solar (a millones de grados centígrados), el planeta hermano de la Tierra es el peor lugar posible donde quedarse. Además de una atmósfera que es puro veneno por culpa del ácido sulfúrico y el dióxido de carbono, la presión es tan grande que podría reducir a un ser humano de dos metros de altura a un simple montón de carne y huesos rotos que no levantaría 20 cm del suelo. Y por si fuera poco, ahora los datos de la Venus Express (ESA), reflejados en la imagen superior, han demostrado, gracias a un estudio posterior de la Universidad de Brown (EEUU), que hay actividad volcánica en el planeta. Es decir, que el horno está al rojo, pero es que todavía lo están calentando más. La prueba son los picos temporales de temperatura en lugares concretos del planeta; apenas duraban unos cuantos días, como emisiones de lava muy concretas y circunscritas a flujos cíclicos. Se sospechaba que Venus había tenido actividad volcánica, pero no se sabía que continuaba.

De esta forma puede comprenderse mejor el funcionamiento de los planetas del circuito interior solar (Marte, Tierra, Venus, Mercurio) y sobre todo aplicar patrones a nuestro planeta. La Venus Express monitoriza el planeta, y detecta sobre todo flujos térmicos y alteraciones en este nivel: los destellos eran como alarmas que poblaban partes concretas. La razón por la que un trozo de superficie sube de temperatura en tan poco tiempo y de forma tan directa es porque hay flujo de lava. Curiosamente esas cimas térmicas se producían en una zona donde hay una gran falla, Ganiki Chasma, formadas porque la superficie de Venus se comporta casi como un acordeón, sometida a tensiones brutales desde el subsuelo que literalmente rompen la corteza como si la golpearan con un mazo. El magma ascendería por las grietas, liberando energía y tensión geológica. Sobre la zona de actividad, en la atmósfera, la Venus Express también detectó picos de dióxido de azufre, la demostración de que sí hay actividad volcánica.

Imagen enviada por la Cassini de Dione