Listos, preparados, ¡ya!: nuevo candidato prioritario para encontrar formas de vida en nuestro Sistema Solar: Encelado, una de las lunas de Saturno.
Marte, Ganímedes, Europa, Titán, Encelado… la lista de candidatos a albergar alguna forma de vida fuera de la Tierra en el Sistema Solar se amplía año tras año a medida que la exploración espacial avanza un poco más. Al igual que Europa, Encelado tiene un aspecto clave: un océano bajo la inmensa capa de hielo sólido que lo recubre. Este nuevo pasito hacia delante lo ha vuelto a dar la NASA gracias a una de sus mejores creaciones, la sonda espacial Cassini, conectada a la Red de Espacio Profundo de la agencia americana, que han concluido, después de analizar los datos enviados por la nave a la Tierra, que Encelado alberga un gran océano subterráneo de agua líquida bajo el hielo del hemisferio sur. Es decir, un océano “regional”, que bien podría ser más grande de lo que se ha calculado.
Es, por decirlo así, la condición indispensable para cualquier forma de vida, pero no tiene por qué ser la única. Existen pruebas de formas de vida bacteriana capaces de vivir sin agua, pero son una rareza. Lo lógico sería pensar que al existir agua se dan las condiciones básicas para formas de vida que podemos conocer, desde microbios a, quién sabe, formas de vida más complejas y evolucionadas. De todas formas que nadie espere hombrecillos verdes porque no va a ser así. Bastaría con que una sonda robótica hallara una simple bacteria viva en una de estas lunas para sacudir los cimientos de todo lo que damos por sentado en el universo.
Diagrama transversal de cómo sería Encelado bajo el hielo
Desde 2005 existe la sospecha de que Encelado es una especie de hermana gemela de la luna jupiteriana Europa, con un núcleo rocoso rodeado de un océano de aguas profundas que se ha congelado en la superficie debido a la lejanía con el calor del Sol. La sonda Cassini dio el primer aviso: había detectado geiseres de vapor de agua en el polo sur de esta luna. En una nueva pasada, y ya programada para recabar nueva información, la Cassini ha podido hacer un estudio más detallado y concluido que los datos geofísicos confirman la existencia de una gran masa líquida bajo la superficie.
¿Cómo puede hacerlo? Utilizando el análisis de las variaciones gravitatorias que sacuden a la propia sonda Cassini al volar por encima de Encelado: cada masa sólida ejerce una presión diferente sobre la nave, que envía estos datos a la Tierra, donde son interpretados. Estas mediciones han determinado que hay una masa líquida que provoca variaciones en la intensidad gravitacional; bajo el hielo hay algo líquido, un océano grande de casi 10.000 metros de profundidad de media (bastante más que los de la Tierra) encerrado bajo una capa aún más gruesa de hielo de unos 40 km de espesor. Ese mar subterráneo no recibiría luz, pero quizás sí actividad térmica del interior de la luna, que debido a presiones gravitacionales de Saturno podría tener actividad volcánica y provocar esos escapes de vapor de agua polares que captó la Cassini inicialmente.
Todo esto explicaría el suceso maestro que ha desencadenado todo: las fracturas polares en el hemisferio sur de la luna y que se traducen en grandes escapes de vapor de agua. Las mediciones también han permitido efectuar los cálculos a los astrónomos de la NASA para saber profundidad y dimensiones posibles: todo son matemáticas, y éstas indican que bajo el hielo polar hay algo mucho más denso que el hielo. Hasta ahora sería la opción más posible para explicar las fracturas: la famosa Navaja de Ockham, “de todas las explicaciones hipotéticas la más sencilla será siempre la más probable” por pura economía física. Es más, la Cassini ha enviado datos que podrían incluso dar por sentado que hay sales minerales en esa agua.
Imagen real de la sonda Cassini donde se aprecian los inmensos chorros de vapor de agua