Una idea de nuestra sección de Viajes: para el próximo fin de semana, Vitoria.
Por Luis Cadenas
El aire es el que marca las ciudades. La atmósfera que la impregna y que suele proceder de cómo es la sociedad sobre las que se asienta. Vitoria es el ejemplo perfecto de cómo una ciudad media puede convertirse en el espejo en el que mirarse. Enclavada en un cruce de caminos, fue siempre un punto estratégico y apetecible, aprisionada por Roma primero, por los cristianos después. En ese cruce surgió la aldea de Gasteiz, la villa de Vitoria, un modelo de desarrollo urbano de calidad y guía para muchas otras. En ese modelo, que el viajero podrá disfrutar y percibir desde que se baje del tren o el autobús, se unen criterios de cohesión social, habitabilidad, respeto al entorno, accesibilidad, conservación, recuperación del patrimonio y programas de integración y participación social.
Después de Gerona, es la segunda urbe de España con mayor calidad de vida, la ciudad española con más zonas verdes, 42 m² por persona contando el Anillo Verde, y la segunda si sólo se cuentan las áreas verdes dentro de la ciudad con 23,4 m² por persona. Es, también, la pequeña Berlín del norte por el uso de la bicicleta entre los ciudadanos, uno de esos baremos que miden el civismo de los habitantes de una ciuda que dispone igualmente de un fluido servicio de bus urbano y un tranvía que recorre el centro y periferias de la ciudad.
Diseñada siguiendo las reglas de una fortificación, la capital del País Vasco es irónicamente un pedazo más avanzado de Castilla y León, una tierra mestiza donde lo castellano y lo vasco se fusionan para crear algo nuevo con lo que cualquiera podría identificarse: la sombra del nacionalismo con prefijo “eusko” está presente, pero no pasa de un par de palabras, la manía de cantar en coros a todas horas y la gastronomía (Dios os salve, euskaldunes, por haberla inventado). Tiene el equilibrio perfecto entre la riqueza empresarial, la vida comercial y la tranquilidad de una urbe que vista desde el cielo parece una gran flor de piedra y madera: un núcleo medieval abigarrado, rodeado de ensanches decimonónicos y a su vez de cuatro grandes parques (uno interior, el Parque de La Florida, donde se levanta el Parlamento vasco y la mole neogótica de la Catedral de María Inmaculada), como Salburua, Olárizu, el bosque de Armentia y Zabalgana.
El corazón de la ciudad está hecho para gastar suelas, para dejarse llevar y que los tobillos hagan su trabajo, pensada para pararse cada poco a por un corto y un pincho: mejor dicho, “pintxo”. Una parte es ese cerro conquistado por los señores feudales que fundaron la ciudad en esa elevación fortificada. Intramuros quedaron los restos románicos y góticos de la ciudad, modelada de forma radial y que coge la forma de una gran almendra de calles estrechas y desiguales, como capas que se desparraman y que son cortadas longitudinalmente por otras vías. Dentro de ese recinto que es patrimonio histórico, habitado y conservado para su uso, sin una sola casa abandonada. Ésta última se encuentra en el borde mismo del casco histórico, compartiendo espacio con su vecina, la plaza de la Virgen Blanca, donde se levanta el monumento a la batalla de Vitoria de la Guerra de la Independencia.
Más allá de los límites, ya dentro de la zona de la Senda y el Ensanche, la ciudad se puebla de palacetes burgueses y oligárquicos surgidos con la industrialización y que le dan ese aspecto tan típico de las urbes burguesas del norte de España. Fue un siglo XIX que dejó, además del mencionado Ajuria Enea, el palacio Zulueta, la Casa Zuloaga, el Museo de Bellas Artes…, todas construcciones únicas. Mención aparte merece el Artium, el centro de arte vasco y uno de los grandes arcones del arte contemporáneo nacionales. Situado entre el número 26 y el 16 de la larga calle de Francia, es la esencia misma de la modernidad vitoriana: el precio de la entrada la pone el propio visitante, y en sus dos niveles se pueden encontrar esculturas únicas de Juan Muñoz (uno de los grandes de las últimas décadas) o Francesc Torres. Arte, vida y cultura unidas, dos nombres para una misma urbe que es el sueño de todo hombre o mujer con sentido común. Quién pueda, que la disfrute.
INFORMACIÓN:
www.vitoria-gasteiz.org/
(Web official)
http://vitoria-virtual.com/
(Visita virtual)