Bayona ya tiene su nuevo encargo de Hollywood, que promete ser uno de los taquillazos del año; el encargo era mantener el mismo nivel que la anterior, que fue una de las más lucrativas de la industria en décadas.
Bayona ya tiene su nuevo encargo de Hollywood, que promete ser uno de los taquillazos del año; el encargo era mantener el mismo nivel que la anterior, que fue una de las más lucrativas de la industria en décadas.
El arrollador estreno de ‘Avengers: Infinity War’ es el colofón mediático, mercantil y social de un fenómeno de masas nacido de un trabajo de hormiga de diez años por parte de Marvel, Marvel Studios y la casa madre, Disney, que ya ha recuperado (con creces) la millonada gastada en comprar la editorial y su productora. En este artículo analizamos el fenómeno, pero también lo que llegará en el futuro, la “Fase 4”. Os hablamos del MCU actual y futuro, con nuevos personajes potenciales, de cómo son sus fans y de su prolongación en la TV.
Sigue la fiebre. ‘The Division’, el videojuego apocalíptico de Massive y Ubisoft, pasará a la gran pantalla con el director de ‘Deadpool 2’ (David Leitch) y dos fichajes muy conocidos, Jake Gyllenhall y Jessica Chastain.
A estas alturas ya es obvio que el MCU, el acrónimo que se esconde detrás del Universo Marvel y de la operación de transvase del imaginario de esta editorial de cómics hacia la gran pantalla (y la pequeña también), es un fenómeno de masas. Son diez años estrenando una película detrás de otra desde aquella ‘Ironman’ de 2008 en la que todo iba a empezar: 18 películas y 15.000 millones de dólares de beneficios. Tal cual. Y este viernes 27 empezó a cerrar su tercera fase con el estreno de ‘Avengers: Infinity War’, el mayor crossover conocido, con prácticamente todos los personajes de los diez años anteriores juntos en pantalla.
No solemos prestar atención al cine de terror, entre otras razones porque está tan masificado, se repite y plagia tanto a sí mismo y sus temas (porque funcionan, hay que reconocerlo), que agota. La tendencia a tener una idea útil y extenderla en sucesivas secuelas es tan descarada que le quita gracia al, por otra parte, complicadísimo arte de asustar a la gente en los cines. Pero en ocasiones sí se puede.
Pocas décadas han sido tan productivas en cuanto a legado estético como los años 80, quizás como los 60 y 70, una época de posguerra plena que ya atisbaba el final del siglo XX y el paso al XXI con sus dos mayores saltos: la informática y el dominio absoluto del ocio escapista de la realidad. Esos dos elementos, más la recreación de la estética de los 80 (una mezcla de cyberpunk, arte pop y fantasía de neón), se resumen en la nueva película de Steven Spielberg, ‘Ready Player One’, que es con diferencia el mayor ejercicio de nostalgia mercantil en mucho tiempo.
No hacía falta un remake de la saga. Muchos tienen marcado a fuego el recuerdo de Angelina Jolie, y no necesitaban que Alicia Vikander se enfundara en la piel de Lara Croft de nuevo. La diferencia es que esta vez la adaptación es del videojuego de 2013, no del antiguo que rompió el siglo XXI.
Comedia por la vía criminal. Tres nominaciones a los Globos de Oro y una larga lista de distinciones entre EEUU y Canadá. A eso hay que sumar la transformación de Margot Robbie en Tanya Harding, un subproducto de la América profunda que muchos recordarán como la patinadora que ordenó romperle las piernas a su competidora más acérrima para poder llegar a las Olimpiadas.
Película que adapta a la pantalla la historia de uno de los personajes del universo Marvel que lleva años alimentando las taquillas de Hollywood. En este caso sobre Black Panther, que ya apareció en ‘Captain America: Civil War’ como secundario, pero que aquí tiene todo el protagonismo.
Flamante ganadora del León de Oro a la mejor película en el último Festival de Venecia, siete nominaciones a los Globos de Oro, nominada en todos los premios de los críticos de EEUU (y con premios de su parte), y la sensación de que el mejor Guillermo del Toro ha vuelto con una historia que, además, entronca con parte del universo creativo desarrollado por el mexicano.