El primer telescopio espacial, que revolucionó la forma en la que la astronomía concibe el Universo y nos ha permitido ver más allá de filtros y contaminaciones atmosféricas, cumple 25 años a la espera de que el futuro telescopio Webb lo sustituya.
El primer telescopio espacial, que revolucionó la forma en la que la astronomía concibe el Universo y nos ha permitido ver más allá de filtros y contaminaciones atmosféricas, cumple 25 años a la espera de que el futuro telescopio Webb lo sustituya.
La nueva Tierra ya es una opción más del abanico que maneja la Humanidad: si nuestra estupidez colectiva sigue adelante, el único hogar que tenemos de verdad se volverá mucho más hostil y la vida mucho más complicada.
El gran plan de las agencias oficiales y de las grandes empresas tecnológicas ligadas es poner el acento en los drones y los robots para llegar a Marte, reducir al mínimo la presencia humana enviando robots-helicóptero, robots escaladores o los METERON, androides por control remoto.
Un simple día del 3 de marzo de 1915 el gobierno federal de EEUU tomaba una decisión que iba a marcar la historia de la ciencia y la tecnología, incluso de la imaginación de muchos: nacía el embrión de la NASA.
Hay una frase en ciencia que no por repetirse como un proverbio deja de tener razón: sabemos más de otros planetas como Marte o del espacio de lo que sabemos de los océanos, el 70% de la superficie de la Tierra.
El Intermediate eXperimental Vehicle (IXV) será lanzado el 11 de febrero desde Kourou en la Guayana Francesa, acoplado a un cohete Vega para averiguar si este émulo del mismo tipo de vehículo norteamericano SpaceX cumple con sus tecnología de reingreso atmosférico.
Seguro que la recuerdan, esa pequeña sonda Philae que marcó otro hito, el de hacer aterrizar a una máquina a 500 millones de km de la Tierra sobre un cometa en movimiento. Ahora empiezan a aparecer nuevos datos que justifican la proeza.
Otra vez Philae, post-hibernación: hielo endurecido en el corazón del cometa y moléculas de carbono que darían otro apoyo al origen externo de la vida.
Fin, por ahora, de la historia de amor entre la sonda Philae y el cometa 67P, apenas 57 horas de idilio, de hazaña tecnológica y de futuro si se tiene paciencia.
Hoy es un gran día para la ciencia, la tecnología y por supuesta para la Humanidad, que se ha demostrado a sí misma que no hay horizonte que se le resista (por ahora).