Lo que le sucede a la Antártida tiene, y tendrá, consecuencias muy graves para el resto del clima planetario; para bien, para mal y para peor. Alterar los delicados equilibrios de estabilidad climática lo pagará la Humanidad, pero en cada situación alguien se aprovecha: la vida vegetal regresa a la Antártida y los petrodólares podrían llevar su hielo al Golfo Pérsico.