Este año el galardón en química ha sido para el estadounidense John B. Goodenough, el británico Stanley Whittingham y el japonés Akira Yoshino por desarrollar la batería de iones de litio.
Este año el galardón en química ha sido para el estadounidense John B. Goodenough, el británico Stanley Whittingham y el japonés Akira Yoshino por desarrollar la batería de iones de litio.
Michel Mayor, Didier Queloz y James Peebles son los nuevos premiados en la categoría de Física de este año, y con razones de peso. Mayor y Queloz fueron los pioneros que descubrieron los primeros exoplanetas (fuera del Sistema Solar), y Peebles es uno de los teóricos del desarrollo y evolución del Universo. Los tres fueron premiados por “su aportación al conocimiento humano sobre la evolución del Cosmos” y nuestro lugar en la estructura.
Los estadounidenses William Kaelin y Gregg Semenza y el británico Peter Ratcliffe son los nuevos Premio Nobel de Medicina (Fisiología en la jerga de la Academia Sueca) por descubrir cómo las células utilizan el oxígeno disponible y se adaptan a su cantidad. Los tres ya ganaron el premio Lasker en 2016 por este mismo descubrimiento.
El reciente descubrimiento de tres planetas similares a la Tierra en tamaño por el telescopio espacial TESS (y “cercanos”, a 31 años luz), con investigadores españoles, ponen de relieve que la caza de nuevos mundos sigue su curso y que ya está claro a dónde apuntan las ansias humanas. Uno de ellos incluso podría albergar vida. Analizamos por qué existe esa ansia exploradora y cómo “cazan” los astrónomos estos planetas lejanos.
No hay peor pesadilla que encontrarse en la realidad un ejemplo existente que desafía tus teorías sobre cómo se organiza esa misma realidad. A los astrónomos españoles del telescopio de Calar Alto (Almería) les ha pasado: en GJ 3512 han descubierto un planeta gigante gaseoso alrededor de una estrella enana que, según lo sabido hasta ahora, no debería existir. Publicado en Science.
El conocimiento creciente que tenemos sobre los agujeros negros (como la primera imagen real de uno e ellos) se intercala con sucesos astronómicos que perfeccionan la idea de estos modificadores activos del Universo, que son capaces incluso de tragarse una estrella de neutrones, como quedó demostrado el 14 de agosto pasado a través de la huella de ondas gravitacionales.
Por si quedaba alguna duda de la conexión entre calentamiento global y ascenso del nivel del mar, un nuevo estudio geológico ha demostrado que hace 3 millones de años el nivel del mar era 16 metros más alto que hoy en coincidencia con un rango de temperaturas entre 2ºC y 3ºC más alta que hoy. Entre tanto, la revista Science ha publicado un artículo que promueve la retirada estratégica humana de las zonas de riesgo, en especial de las costas de llanura.
La NASA diseña desde hace años el proyecto HAVOC, siglas en inglés de ‘Concepto Operacional a Gran Altitud en Venus’, tecnicismo que resume cómo sería una misión útil al gemelo de la Tierra: flotar en la densa atmósfera venusiana y estudiar el planeta a fondo. No hay fechas de misión, pero el proyecto es el único viable si tenemos en cuenta que Venus es el último lugar donde un ser humano debería intentar poner sus pies.
La comunidad científica, con los geólogos a la cabeza, debaten si proclaman definitivamente el Antropoceno (la era humana del planeta) o no, lo que supondría a decidir si de verdad la Humanidad tiene tanto efecto sobre el mundo geofísico o sólo es una influencia circunstancial. También sirve para explicar qué es esa nueva era que ya nace maldita por sus connotaciones negativas (extinción de la vida, explotación de recursos naturales, cambio climático…).
Más allá de que fueran norteamericanos, blancos y hombres, la Humanidad elevó mucho el listón el 20 de julio de 1969 cuando Neil Armstrong puso un pie sobre la superficie de la Luna en nombre de toda la especie. Lo hizo por todos, aunque sólo representara a una fracción de la totalidad humana. Medio siglo después, recordamos un hito no superado.